2008-10-24

Vuelvo a escribir despues de algunos días de abandono. A veces los recuerdos surgen tan fuertes, tan prepotentes que tengo que calmarme y pensar (darme cuenta) que ya todo pasó, que no soy más aquello que escribí. Me extraña y atemoriza saber que quizá soy una versión más desmejorada. Mejoradísima, pensaran otros.Yo no lo sé, simplemente quise escribir y vinieron a tocarme la puerta decenas de fantasmas olvidados, de haches colgadas de mis músculos, cientos de ecos rellenandome los huesos. No quiero que me invadan, y sin embargo los busco compulsivamente, los busco para terminar este texto, porque quiero cerrar un capitulo (por fin cerrar algo) en mi vida.
Quiero dejar de ser la mujer que tuvo un pasado oscuro, quiero se la del futuro prometedor, la que sonría sin tener que esforzarse. Quiero dejar de ser inconstante y absurda y quiero por fin tomar una decision que dure más de cinco minutos. Quiero ser fuerte. Antes no quería nada. Era la negación en persona: la nada misma.
Cuando volvemos al pasado, cuando sobrevolamos las angustias, es importante seguir conectados con la realidad. Yo no estoy solo rememorando mis penas: estoy penetrandolas con fuerza (o ellas a mí, en todo caso), inspeccionando cada una, revisando los ecos archivados, escuhándolos una vez mas.
Muchas veces tengo miedo de hundirme en una dimensión desconocida, aquello entre lo absurdo y lo real, entre mis cosas y mi vida...
Me llena de impotencia y dolor escuchar frases que se repiten. Que algunas de las cosas que me transmiten ilusiones sean las mismas que me desalientan. Que una persona pueda seguirme causando rechazo y amor al mismo tiempo... Pero debo ser fuerte, afrontar lo que me toque, ser artífice de mi destino e intentar por lo menos que quienes sufrieron conmigo no vuelvan a saber de mi dolor. Hoy aprendo a descubrirme, a saber quien soy. Siempre sere absurda, siempre contradictoria: la hija divertida, la hermana canchera, la tonta superficial, la amiga incondicional... Juego con mis papeles. Me trato con un psiconalista que siento más como un amigo, veo películas en el cine incansablemente. Juego a sentirme alegre con mis hermanos y familia, a tener dolor de panza de tanto reirme. A sentirme útil escribiendo, a sentirme inútil cuando me releo.